Los sueños de Helena
Eduardo Galeano
A la casa de las palabras, acudían los poetas.
Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran , que las olieran, que las tocaran, que las lamieran.
Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz.
Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.