En la antigua Grecia no les estaba permitido a las mujeres participar en la ciencia. Pero el gran maestro Pitágoras sí que aceptaba a mujeres en su escuela. Entre ellas había una joven muy hermosa, llamada Teano; esta tenía un gran talento matemático en el que se fijó Pitágoras, e hizo que se enamorara de ella.
Aunque la diferencia de edad era notable, se querían mucho y juntos viajaban por el mundo de las matemáticas. A la muerte de Pitágoras, Teano redactó una biografía y todos los descubrimientos matemáticos que había hecho, pero estos documentos se perdieron en el incendio de la biblioteca de Alejandría.
Teano siguió con la escuela pitagórica, hablándole a todo el mundo de Pitágoras.
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